Un domingo por la tarde hubo un jaripeo en la placita de toros de ciudad Lerdo. Digo jaripeo porque no había lienzo en esa plaza, solo el ruedo, por lo tanto no hubieron: Cala de caballo, Piales en el lienzo ni Coleadero, pero si hubo jineteo de toros y lleguas, Manganas a pie y a caballo, Terna en el ruedo y Paso de la muerte.
Yo tuve la suerte, que montado en el Capulín hice una linda mangana a caballo. Que rico sentí cuando mi señor padre me grito desde su micrófono: "ATORALE PANCHO QUE ES MANGANA"
A la hora del jineteo de yeguas, le tocó en suerte a Manuelito Dávila jinetear una greñuda a la que bautizaron como "LA PERRA" ese apodo se lo dieron esa misma tarde porque mordió a los que la bajaron del camión donde la transportaron a la plaza. Al igual, quiso morder a los que empretalaban a manuelito dentro del cajón y al mismo jinete mientras ella reparaba, Manuel le aventaba las piernas para adelante y la yegua torcía la cabeza hacia los lados tratando de alcanzar con el hocico las botas charras del Manuelito. A la hora que Manuel se apeó de ella, la bruta trato de morderlo, si no fuera porque el Cheno Porras se atravezó con su cuaco, fácil hubira mordido al charro.
La yegua, se revolvió y se dirigió a la puerta principal del ruedo y de un brinco salió disparada hacia la calle y de inmdiato se perdió entre los callejones de las huertas de Lerdo. Nosotros continuamos con el jaripeo y de la yegua por ese domingo no se supo más.
Al día siguiente, mientras yo desayunaba tocaron la puerta de la casa, mi madre fue a abrir y regreso diciendo: -Ahí afuera está Adrián Barrera y pregunta por tí- salí y el nieto de don Sixto Barrera me dijo:
-Pancho, me acaban de decir que vieron a "LA PERRA" por el rancho de los rosales, el que está frente a Raymundo. ¿Porque no ensillas a tu Capulín y vamos por ella?- No me lo dijo dos veces, ahora si que en tres minutos ya ibamos el Adrián y yo rumbo al río Nazas montados en mi cuaco, yo en la silla y el Adrián en las enancas.
Al llegar al rancho donde siembran rosas frente a Raymundo, alcazamos a ver a "LA PERRA" en el fondo del rancho, junto al cerro. Entonces le pedí al Adrián que se apeara del caballo y que no hiciera grandes movimientos, que se quedara quieto, mientras yo poco a poco me fui acercando a la yegua, le empecé a hablar muy suavecito, muy despacito, con el lazo en la mano y ya muy cerca, le aventé la chavinda y quedo lazada por el cuello, poco a poco el Capulín se acerco a ella. El Adrián le avento un lazo a una de las pata traseras, y así poco a poco, regresamos por la orilla de Lerdo a la casa, la yegua pegada al Capulín, yo montado y el Adrían a pie deteniendo el lazo que llevaba la greñuda en la pata. Llegamos a la casa y después de haber entrado al jardín, me baje del caballo, le dejé un lazo amarrado de la cabeza de la silla y otro que también me ayudo Adrián a colocarle en el cuello, atadado a un árbol.
Entonces nos fuimos Adrián y yo a su casa, en cuanto llegamos le dije a don Sixto su abuelo:
-Don Sixto, usted cree que si yo atrapara a "LA PERRA" la yegua que se escapó ayer de la plaza de toros y se la entregara al dueño de la caballada, este, ¿Me podría regalar un potillo?-
El me contestó: -Mira, en primer lugar no creo que el dueño te quiera regalar un potrillo, en segundo lugar no creo que tu seas capaz de atrapar a esa bruta y por último, lo que menos creo es que tu la pudieras traer de donde está-
En eso Adrián le dijo a su abuelo: -Pues mira Papaíto, Pancho ya atrapó a la yegua, entre él y yo la trajimos a su casa y la tiene amarrada a un árbol en su jardín junto al Capulín- de momento Don Sixto no nos creyó pero lo convencimos a que fuera a veral, y que me acompañara para ver al ganadero dueño de la yegua y le pidiera un potrillo para mi.
Así lo hicimos, fuimos a ver al ganadero, el recuperó a su yegua, me regaló el potrillo pero ya no tuve tiempo de recojerlo, pues me tuve que ir a Monterrey de nuevo para terminar el primer años de Preparatoria.