Ponciano
Díaz fue hijo del caporal de la ganadería de Atenco, don Guadalupe Díaz y de
María de Jesús Salinas.
El haberse criado entre los toros bravos de la vacada,
hizo que desde que tuvo uso de razón quisiera ser torero.
Pero primero se hizo
charro. Y así hacía el paso de la muerte.
Se enfrentó por primera vez en público a novillos de Atenco en Santiago
Tianguistengo el 1o. de enero de 1877, toreando en compañía de José María Meza
y Miguel Castro y una vez decidido el camino que tomaría su vida, ingresó como
banderillero a la cuadrilla de los hermanos Hernández con quienes estuvo hasta
1878. A principios el año siguiente, en un viaje efectuado a Puebla conoció a
Bernardo Gaviño, el cual le invitó a unirse a su cuadrilla.
Debutó en Puebla
como jefe de su propia cuadrilla el domingo 13 de abril de 1879, actuando con
gran éxito al punto de participar en la inauguración en 1881 de la plaza “”El
Huizachal”", de gran importancia en la historia taurina de este país, ya
que al estar ubicada muy cercana a la ciudad de México en donde como es sabido
existía la prohibición para celebrarse tales espectáculos, cabe decir que
Ponciano fue el primer mexicano en participar en los Estados Unidos de
Norteamérica , actuando en unas corridas simuladas celebradas en 1885 en Nueva
Orleans, causando sensación entre los asistentes norteamericanos a dichas
corridas. Más adelante al permitirse la celebración de corridas en el D. F. participó
en la inauguración de la Plaza San Rafael en 1887 y al no tener mucha suerte en
ella decidió actuar en diferentes cosos del país , incluyendo la de “El Paseo”
en donde participó en 17 corridas consecutivas con gran éxito en todas ellas y
al año siguiente en la temporada en que había sido lo agocontratado
Don Luís Mazzantiní, quien por cierto fuera el gran estoqueador de la época a
diferencia de Ponciano de quien se decía que mataba a la mexicana a base de los
llamados “metisacas”, entre quienes nació una gran y perdurable amistad, sin
embargo es prudente precisar que nunca actuaron juntos en público ni en las
plazas de México ni en España cuando Ponciano como se ha dicho, viajó a ese
país .
El 12 de mayo de 1889 se despidió del público de la capital, entre un
gran alboroto viajando a Veracruz para alcanzar el vapor Alfonso XII que lo
conduciría a la Madre Patria, a donde Ponciano viajó acompañado de los miembros
de su respectiva cuadrilla. Tanto en España como en Portugal, Ponciano actuó en
ocho tardes, entre ellas fueron las más destacadas, las celebradas en Sevilla
el 13 de octubre y una semana más tarde en Madrid, en donde recibió la
alternativa actuando con Salvador Sánchez “Frascuelo” y Rafael Guerra
“Guerrita” recibiendo la alternativa con el toro “Lumbrero” del Duque de
Veragua. De regreso a México, a su paso por Cuba, Ponciano fue informado que
las corridas de toros habían sido nuevamente prohibidas dentro del D. F., por
lo que Ponciano decidió permanecer por espacio de un año en la isla, regresando
a México hasta 1890 siendo permitida por breve tiempo y nuevamente prohibidas,
por lo que debió torear Tan solo en la provincia, haciendo su reaparición en la
capital en 1894 en la plaza de Bucareli pero ya sin el apoyo popular de antaño.
Toreó por última ocasión en esa plaza capitalina, para otorgarle la alternativa
a Diego Rodríguez “Silverio Chico” el 13 de octubre de 1895 y luego de
permanecer toreando solo en provincia, recibió una fuerte cornada en el
vientre, falleciendo de cirrosis hepática el 15 abril de 1899 a la corta edad
de 40 años.
Y así, el
charro Ponciano dejo de charrear y dejo de torear…
Esta es su canción
Ahí
viene el charro Ponciano dando
vuelta a la estación viene
pegando de gritos porque lo
hicieron...
calla,
mujer calla deja de tanto
llorar que esta noche con
la luna nos vamos a
parrandear.
Si
tu marido es celoso dale a
comer chicharrón pa' ver
si con lo gordito se le
quita lo...
calla,
mujer calla deja de tanto
llorar que esta noche con
la luna la vamos a
parrandear.
El
Hijo de mi compadre trae
muy roto el pantalón dice
que se lo rompieron porque
el chico es muy...
calla,
mujer calla deja de tanto
llorar que esta noche con
la luna la vamos a
parrandear.
Mariano
estaba sentado comiéndose
un buen melón y como no
invito a Pancho le dijo
eres un...
calla,
mujer calla deja de tanto
llorar que esta noche con
la luna nos vamos a
parrandear.