EL CAPULÍN ANTES DE ENSILLARLO
Que lindo era mi cuaco, ya saben yo le puse por nombre "EL CAPULÍN" y lo disfruté mucho en mi juventud, pero hubo ocasiones en que me pegó algún susto.
Como aquel día que lo ensillé muy temprano para irme a las liebres. Era un gusto para mi corretear a la liebres por el campo con mi pistola calibre 22 y tirarles de pajuelazos aunque nunca les pegaba.
YENDÓ A LAS LIEBRES POR LA ORILLA DEL RÍO NAZAS
Un día me salió un coyote y lo correteé hasta que se escondió tras unas rocas.
ASÍ ME SALIÓ EL COYOTE Y SE FUE A ESCONDER TRAS UNAS ROCAS
Entonces hice que el CAPULÍN le diera la vuelta a esas peñas y paré al penco cuando de repente me agarra descuidado y se para de manos, yo no iba muy bien acomodado en la silla y que me caigo. Me dio mucha rabia por verem derribado por mi caballo. Yo, que jineteaba yeguas brutas y toros bravos y que pocas veces bese la tierra de los lienzos, ese día mi tresalbo me bajo de la silla, pero eso no fue lo peor. De repente oigo un cascabeleo y a un metro más o menos salió de entre las piedras un tremendo bicho quien al verme sacó su lengüita bifida y estuvo a punto de hundirme sus colmillos.
QUE MIEDO ME DIO VER ESA LENGUA BIFIDA
Pero ahí estaba mi caballo, que sin pensarlo se volvio a parar de manos, y de una muy oportuna patada con el casco de su pata delantera derecha, le aplasto la cabeza al reptil.
¿Que creen? el CAPULÍN al sentir que la cascabel estaba entre las piedras se paro de manos y por eso me caí.
Pero de una manera muy acertada, le aplastó la cabeza a la casacabel y por eso creo: Que mi caballo me tiró primero y luego ME SALVÓ.
Me levanté, recogí mi fusca 22 y me monte en el caballo y regresé a casa.
DE REGRESO A CASA, TODAVÍA ME TEMBLABAN LAS PIERNAS