Una costumbre muy sana que
tuvimos de jóvenes eran las cabalgatas de los sábados, donde salíamos desde el
Lienzo Charro de Gómez Palacio montados a caballo mis amigos, amigas y yo.
Nos juntábamos el sábado muy
temprano: Benjamín Castill en su yegua pinta. Manuelito Dávila en el ruano de
su papá. Cheno porras en su cuaco alazán, Toño mi hermano en su yegua Overa,
Alma Dávila en la yegua retinta, Domitila mi novia en su cuaco alazán tostado,
alguna otra de las chicas de la escaramuza, de quien no recuerdo su nombre y yo
montando al capulín.
Saliendo del lienzo, cruzábamos
el boulevard Miguel Alemán y continuábamos hasta el río Nazas, unas veces
torcíamos hacia la izquierda para llegar a lo que fue la laguna de Mayrán y
entrar a la desembocadura del río Aguanaval y otras, hacia la derecha para
pasar frente al cerro de las calabazas y llegar hasta Raymundo, por todo el río Nazas.
Esta era la forma de sacar a
pasear a los caballos, para que no se entumieran de las patas.
Después regresábamos de
nuevo al lienzo y metíamos a los cuacos a sus pesebres.
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