Yo siempre admire a los
cuacos obedientes. Mi CAPULÍN
siempre fue muy obediente, sobre todo en el Lienzo Charro.
Las tradiciones proféticas
musulmanas afirman que Mahoma quiso mejorar el caballo árabe.
Mandó reunir a un centenar
de yeguas y las metió en un corral, en donde no tenían nada de sombra en todo
el día.
Estaban cerca de un arroyo
que solía servir de abrevadero.
Durante dos días no se les
dio de comer ni beber.
Cuando se les abrió el
corral todas las yeguas salieron en tropel hacia el arroyo, impulsadas por la
necesidad de calmar su sed.
Aquellas yeguas estaban acostumbradas a acudir al sonido de la trompeta, y antes de que llegaran, el Profeta ordenó sonar una.
Todas las yeguas siguieron su carrera hacia el
agua, excepto cinco.
Tan solo cinco, entre aquel
centenar, se detuvieron y regresaron a sus amos. Mahoma las bendijo y le puso
nombre a cada una.
Ellas iniciaron las cinco
estirpes de las que descienden los mejores caballos árabes actuales, los
considerados purasangres verdaderos.
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