Originalmente, con la palabra charro se identifica
al oriundo de Salamanca Castilla y León, en España, de ahí pasó a México, donde
se ha hecho sinónimo de jinete.
Relacionada con ellos y a la vez derivada
de los adornos militares de gala conocidos como charreteras, la vestimenta típica de los hombres de Salamanca es
el traje de Charro.
En cuanto al significado etimológico
de “rústico” que se le da a la palabra "charro", quizás provenga del
vascuence "Txar" palabra que significa campesino y a que en el vasco
actual se usa también para denominar a alguien “malo, dispuesto a actuar mal”.
En algunos países de habla hispana
llaman, equivocadamente, "charro" también al mariachi. En realidad, este último es el músico
más representativo de México mientras que el charro es el jinete tradicional.
Hoy en día, el charro es un icono de
la mexicanidad y practica la charrería que está considerada como el
deporte nacional en México, aunque el fútbol y otras actividades sean mucho más
populares que ésta.
Con los conquistadores españoles los
caballos fueron reintroducidos al continente americano después de miles de años
desde su extinción. Estos animales, las armas de fuego y las enfermedades del
Viejo Mundo permitieron una conquista relativamente rápida.
En el Virreinato de la Nueva España a
los indígenas les estaba prohibido montar o poseer caballos con excepción de
los tlaxcaltecas nobles.
Para las labores de ganadería, sin
embargo, era necesario emplear vaqueros preferentemente mestizos y en pocos
casos indígenas; entre las condiciones para otorgarles permisos para montar
estaban el ser empleados en una hacienda, utilizar sillas distintas a las
militares y vestir con cuero o gamuza por lo que a estos vaqueros se les
llamaba "cuerudos".
Con el tiempo, tanto los hacendados
como sus empleados conformaron, primero en el Altiplano Mexicano y después en
casi todo el país, un estilo hípico nuevo adaptado a las características de un
territorio que alterna valles con sierras, barrancos y cañadas.
El marqués de Guadalupe Carlos Rincón Gallardo es
considerado el padre de la charrería y es antepasado de muchos charros notables
y jugadores de polo.
Se dice que la charrería organizada se
originó en los estados de Jalisco, México y sobre todo Hidalgo.
La silla de montar mexicana, no
obstante el hecho de que es relativamente pesada comparada con otras, es muy
cómoda tanto para el caballo como para el jinete y básicamente se conforma por
un "fuste" o esqueleto de madera, cuerajes y estribos entre otros
accesorios.
En lo que se refiere a los arreos y
avíos el charro (o
vaquero) mexicano, estos fueron imitados por el cowboy estadounidense, luego de la
colonización del territorio mexicano perdido a manos de los norteamericanos. De
hecho la silla de montar tejana está basada en la mexicana.
Durante la Revolución Mexicana el
caballo criollo mexicano prácticamente desapareció, debido a su excesivo uso
durante el combate. Así que los caballos más utilizados para la charrería son
el Cuarto de Milla, de origen norteamericano y el Caballo Azteca que es una
raza reciente.
No hay que confundir al charro con el
campesino mexicano humilde o peón de hacienda, si bien ambos usaron sombrero
ancho durante mucho tiempo. El charro, al ser terrateniente o empleado de
confianza de éste dueño de la tierra, tenía generalmente un estatus social
"superior" al de los otros campesinos.
Con excepciones notables, como la del
mismísimo caudillo revolucionario Emiliano Zapata o Benjamín Argumedo, el charro, a
pesar del posible origen etimológico negativo de la palabra, es en muchos casos
conservador y con frecuencia reaccionario.
Por eso, en el sindicalismo mexicano
se le llama "líder charro" a aquel que representa los intereses del patrón
y no de los agremiados. Una curiosa paradoja es el caso del Jorge Negrete quien
en el cine representaba al charro, pero como sindicalista fue notable por su
honestidad y por las conquistas laborales que logró en su tiempo.
Los vaqueros arrendadores, pastores y
arrieros no eran considerados necesariamente charros, pero aspiraban a serlo.
De manera bastante similar al feudalismo medieval, en las haciendas mexicanas,
los charros tenían un prestigio caballeresco.
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