Dieron las once treinta de
la mañana, y las campanas de Catedral tocaron la primera llamada para la misa
de las doce.
Ese domingo, en la Catedral
se celebraba una boda al puro estilo mexicano. Se escucharon los cascos de un
caballo tordillo, el cual era montado por un charro vestido de gala, quien al
llegar a la entrada del atrio de la Catedral, entró, desmontó, ató al tordillo
a la reja y sonando sus espuelas entro en el recinto del templo.
Se dirigió al altar, y se
detuvo junto a los reclinatorios que esperaban a los novios, su corazón
palpitaba por la emoción de la espera de su prometida.
Faltando cinco minutos para
la tercera llamada, se escuchó el acercarse de una carreta.
El sacerdote ya se
encontraba en la puerta del templo y vio como de esa carreta bajaba la novia quien
era acompañada por su padre, quienes entraron al templo precedido por el cura.
La ceremonia empezó a las
doce en punto y todos los invitados tomaron sus asientos. El mariachi acompañó
con sus notas los cantos de la misa.
Al final de ella todos los
invitados incluyéndome yo acompañamos a la pareja hasta el casino charro que se
encuentra junto al lienzo.
Muchos charros como yo
fuimos montados hasta el casino, detrás de la carreta donde iban los novios.
Ya en el casino y al son del
mariachi, brindamos con un buen tequila reposado por la felicidad de la pareja,
y empezó a llegar la barbacoa, el mole y la carnitas.
Empezó el baile y nos
retiramos del casino ya entrada la noche. Salud por los novios.
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