Claro que
mi hermano Antonio no se quiso quedar atrás. Un día que me acompaño a una
práctica de Charrería y que yo lleve al Capulín, cuando regresamos a casa le
dijo a mi Señor Padre: “Apá, yo también quiero un caballo como el de pancho,
pues también quiero ser charro”
Y allá fue
mi Padre, al rancho Bucareli de la tía Angelita, y mi tío Antonio le regalo una
yegua par mi hermano Toño.
Esta es la
yegua con la que mi hermano se hizo charro.
El color de
la yegua era Overo, es decir: la mayor parte de color alazán con un entrepelado
blanco.
Y empezaron
las cosas charras también para mi hermano: La montura para la yegua, la
caballeriza en la huerta junto a la caballeriza del capulín, doble ración de
alfalfa. El traje de charro para mi hermano.
Y mi padre
aunque no montó, se hizo charro también, pues era el del micrófono en las
charreadas, era el juez en las competencias.
Ah, que
lindos años pasamos mi hermano Toño y yo montados a caballo y aventando la
reata a toros y yeguas.
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