A caballo de
buena sangre, no le importa el terreno. Refrán ranchero que significa lo
que enuncia. Tiene el mismo sentido paremiológico que refranes como “el que es
gallo dondequiera canta”. Se usa para sancionar situaciones en que alguien pone
muchas condiciones para hacer algo. Tiene la forma de una sentencia casuística.
Su origen hay que buscarlo en el mundo de la equitación.
A caballo
palpado, nunca lo montes confiado. Refrán
que dice lo que enuncia. Se aplica a quien, por la circunstancia que sea, ha
quedado receloso. Tiene la forma de un consejo. Forma parte de los refranes
usuales en los universos mexicanos de la charrería o el rancho. La primera de
las dos partes de que consta indica las circunstancias, la segunda el consejo.
Hay rima consonante entre el primero y segundo hemistiquios. Variante: “al caballo palpado, nunca lo montes confiado”
A caballo que
rabea, ningún charro lo desea. Refrán
proveniente del mundo de la charrería que significa lo que enuncia. En sentido
paremiológico se usa para sancionar situaciones de individuos muy
quisquillosos. “Rabear” es una forma ranchera del verbo “rabiar”. El refrán
tiene la forma de una sentencia casuística en dos hemistiquios octosílabos con
rima consonante. Variante: “caballo que ha dado en rabear, nadie lo quiere
montar”
A gran
caballo, grandes espuelas. Refrán que se atiene al tópico
homeopático de que similia cum similibus coniunguntur. Como la
causa tiene que estar proporcionada al efecto, así el instrumento tiene que
estar proporcionado a su función. Este tópico subyace no sólo al presente
refrán sino a refranes como “a grandes males, grandes remedios”.
A quien monta
caballo bayo, o se le juye la mujer o lo mata un rayo. Dicho cuyo sentido literal coincide con lo enunciado.
Expresa la convicción arbitraria y contradictoria en el Refranero mexicano de que es muy mala cosa montar un
caballo de color bayo. El refrán anuncia irracionalmente una serie de
calamidades a quien monta un caballo bayo. Forma parte, en efecto, de las
supersticiones que circulan y que están muy arraigadas en el mundo de la
charrería. Como circulan las contrarias en el mismo refranero que asientan, por
ejemplo, que el bayo es un buen caballo o que abundan los caballos de color
bayo, como en la variante: “caballo bayo, doquiera lo hallo” La forma “juye”
forma parte de la pronunciación vigente en el español culto del siglo XVI que
se conservó, sobre todo, en el habla ranchera mexicana. Hay rima consonante
entre la prótasis y la apódosis. Variantes: “a quien monta caballo bayo, se le juye la mujer o lo
mata un rayo”; “al que monta caballo bayo, que lo engañe su mujer o que lo
parta un rayo” “al que anda en caballo bayo, o le roban la mujer o acaso lo
parte un rayo”
A quien tiene
caballo le ofrecen silla. Refrán de origen ranchero que expresa el aparente
contrasentido social de que a quien tiene se le da más y a quien no tiene, no.
El sentido paremiológico del refrán, según Rubio, es que “al que tiene qué dar,
se encuentra en estado de merecer”. Consiste, en todo caso, en una adaptación
ranchera del dicho evangélico de que “a quien tiene se le dará, y tendrá de
sobra; pero al que no tiene, aún aquello que tiene se le quitará” El refrán
combate el tópico general de que es a quien no tiene a quien hay que dar. Se
usa en situaciones en que se da u ofrece algo a quien ya tiene. Está
estructurado en forma de una sentencia en dos hemistiquios –heptasílabo y
pentasílabo– sin rima entre sí. Como en todos los refranes de este tipo, el
primer miembro, o prótasis, explicita las situaciones sancionadas por el
segundo, o apódosis. Rubio lo recoge en esta variante: “al que
le ven caballo, le ofrecen silla”. Y Luis M. Rivera en su refranero Origen y significación de algunas
frases, locuciones, refranes... lo
recoge en la siguiente manera: “al que le ven caballo le dan caballo; y al que
no, de caballazos” El mismo Rubio lo recoge en esta forma: “al que tiene
caballo, todos le dan caballo” Finalmente, “al que tiene caballo, todos le dan
caballo”.
Al caballo, con la
rienda, a la mujer, con la espuela. Refrán que expresa el trato que, a
juicio de cierta clase social, ha de darse a la mujer. Se toma como ejemplo
base para argumentar el trato que se ha de dar a la mujer, el trato al caballo.
De los dos símbolos de dominio –la rienda y las espuelas– que se asumen
análogos, la espuela es más ruda, cruel y dolorosa: el refrán expresa, por
tanto, una idea de la relación hombre-mujer posiblemente ranchera y, en todo
caso, ofensiva. Está estructurado a la manera de los refranes mal-remedio. Variante: “al
caballo, con la rienda, y a la mujer, con la espuela”
Al caballo y al
amigo, no hay que cansarlos. Refrán que dice lo que enuncia. Se usa en
situaciones de impertinencia para con algún amigo a fin de indicar que no hay
que abusar de quienes nos son cercanos por amistad. El refrán tiene la forma de
un consejo del tipo “no hay que” cuyos extremos “caballo” y “cansar” se
corresponden y constituyen una estructura argumentativa que sustenta el
postulado central del consejo: no hay que cansar al amigo. El argumento del
refrán, por tanto, dice que no hay que cansar al amigo de la misma manera que
no hay que cansar al caballo. La razón es que un caballo cansado no sirve.
Arriba ya del
caballo, hay que aguantar los reparos. Refrán
que expresa que la realidad es como es y, cuando ya se la vive, sólo queda
afrontarla. La vida es asumida por el refrán como un montar a caballo: una vez
arriba de él sólo queda tenerse firme. Se aplica cuando alguien está en
problemas para decirle que se aguante. Tiene la forma de una sentencia
casuística en dos hemistiquios octosílabos con rima asonante. El primero de
ellos, como la mayor parte de los refranes tradicionales ya de “que”, ya
condicionales –si, cuando, de que, en cuasi ablativo absoluto–, ya
circunstanciales, describe el caso; el segundo miembro, en cambio, determina la
sanción. Los refranes que utilizan el montar a caballo como paradigma de la
vida humana suelen ser de origen y uso rancheros. Variante: “arriba ya en el caballo, hay que aguantar los
reparos”
Caballo alazán
tostado, primero muerto que cansado. Dicho
que expresa una opinión sobre los caballos de ese color. Aquí se dice del
alazán tostado que es un excelente caballo. En realidad, como se puede ver por
otros dichos sobre colores de caballos, se trata de opiniones arbitrarias y
expresan la opinión personal sobre ellos. Otros dichos de esta serie dicen, por
ejemplo, “alazán, si te lo dan; tostado, ni dado” o bien “alazán tostado,
siempre colgado”. En suma, que el alazán tostado es un mal caballo. Apenas si
cabe en él un sentido paremiológico y se usa, por tanto, sólo en sentido
denotativo. Tiene la forma de una sentencia casuística.