A buena mujer y a caballo
bien arrendado, poco freno les basta.
Ahora que tiene potro, le
vuelve la vista a otro.
¡Ah, qué bonita piedra para
darse un tropezón!
Bien haiga lo bien parida,
que ni trabajo dio criarla.
Burro chiquito, siempre
mocito.
Buscamos el burro y andando
en él.
Caballo que admite el freno,
ha dejado de ser bueno.
Caballo que alcanza, gana.
Caballo que no raya, que
aprenda o que se vaya.
Charro sin reata, espuelas
ni cuarta, mal rayo lo parta.
De buena vaca y buen toro,
no puede salir mal ganado.
De que Dios dice a dar,
hasta los costales presta, y de que quita hasta rasguña.
El burro de San Vicente
lleva la carga y no la siente.
El que da las señas del
camino, andado lo tiene.
El que no llora, no mama.
Feo es llegar a viejo… pero
más el no llegar.
Gallo, caballo y mujer, por
la raza has de escoger.
Hágase la voluntad de Dios…
en los bueyes de mi compadre.
Hasta que muere el arriero,
no se sabe de quién es la recua.
Indio que fuma puro, ladrón
seguro.
Jaula abierta, pájaro
muerto.
La mujer y el caballo más
quieren freno que espuelas.
La cuenta de San Bruno:
pague lo suyo cada uno.
La soberbia que a caballo
fue, volvió descalza y a pie.
Maíz para mantener, trigo para
enriquecer y cebada para empobrecer.
Un alacrán de Durango,
derramaba su ponzoña, ande con tiento charrito que la vida no retoña.
Donde hay yeguas, potros
nacen.
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