Padre, hoy quiero agradecerte
con respeto y gran fervor,
el que me llame la gente
hijo de un gran pialador.
Recuerdo mis mocedades
cuando me traías en ancas
o haciendo barbaridades
con novillos y potrancas.
Por eso, siendo muy niño
me aficioné a tu deporte,
con entrega y con cariño
tal vez queriendo imitarte.
Organizabas los piales
en los corrales del Coto,
todos charros muy confiables
tu, montando brioso potro.
Salían muy de madrugada
adentrándose en el cerro,
para bajar la yeguada
sin respetar pinta o fierro.
Agarraban cualquier punta
corriendo entre matorrales,
yeguas brutas o de yunta
las metían a los corrales.
Tu, pialando de piquete
a yeguas achiflonadas,
¡Cómo gozaba la gente
al ver que las parabas!.
Tirando a los cuatro metros
jamás a mayor distancia,
nunca te viste en aprietos
pialando con gran prestancia.
Eso si, a canilla muerta,
sacando humo del madero,
en los diez, treinta o cincuenta,
siempre fuiste muy certero.
Ahora, ya estás retirado
tal vez por tu gran edad;
aunque siempre acompañado,
¡Siento una gran soledad!
Por eso con devoción
y admirando tus redaños,
pido a Dios, de corazón,
que me vivas muchos años.
con respeto y gran fervor,
el que me llame la gente
hijo de un gran pialador.
Recuerdo mis mocedades
cuando me traías en ancas
o haciendo barbaridades
con novillos y potrancas.
Por eso, siendo muy niño
me aficioné a tu deporte,
con entrega y con cariño
tal vez queriendo imitarte.
Organizabas los piales
en los corrales del Coto,
todos charros muy confiables
tu, montando brioso potro.
Salían muy de madrugada
adentrándose en el cerro,
para bajar la yeguada
sin respetar pinta o fierro.
Agarraban cualquier punta
corriendo entre matorrales,
yeguas brutas o de yunta
las metían a los corrales.
Tu, pialando de piquete
a yeguas achiflonadas,
¡Cómo gozaba la gente
al ver que las parabas!.
Tirando a los cuatro metros
jamás a mayor distancia,
nunca te viste en aprietos
pialando con gran prestancia.
Eso si, a canilla muerta,
sacando humo del madero,
en los diez, treinta o cincuenta,
siempre fuiste muy certero.
Ahora, ya estás retirado
tal vez por tu gran edad;
aunque siempre acompañado,
¡Siento una gran soledad!
Por eso con devoción
y admirando tus redaños,
pido a Dios, de corazón,
que me vivas muchos años.
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