Tendría yo como quince años de edad, mi hermano Antonio se iniciaba en la charrería y mi padre sin llegar a montar ya pertenecía a la asociación de charros de La Laguna, pues siempre era el del micrófono durante las charreadas y a veces fungía como juez. A la vuelta de nuestra casa había una placita de toros donde a veces había eventos donde los charros jineteábamos toros y lleguas, donde había floreo de reata, donde se efectuaban buenas manganas. Una tarde de domingo, llevamos a cabo una de estas charreadas. A mi padre le tocó hablar por el micrófono y darle lucimiento al festejo. Llegó el momento en que yo me tenía que lucir jineteando una yegua. En las tribunas estaba la Domi con sus amigas y yo no podía quedar mal. Salimos del cajón la yegua y yo en sus lomos, a la yegua le pusieron un pretal en las verijas, es el que ustedes pueden ver en la foto que va en las enancas, o sea a mi espalda (con este pretal la greñuda es más reparadora) y vaya que si lo es, la bruta dio como cinco reparos, y de repente mi cuerpo se desprendió de sus lomos, yo me sentí en el aire, aflojé mi pretal, la yegua se escurrió hacia abajo y caí de sentón en la arena. De repente quede acalambrado y sólo alcance a voltearme y quedé hincado sobre la arena, en eso escuché a mi padre, que con el micrófono me decía: "No le pida perdón M'hijo, parese y móntela de nuevo" y me dió tanto coraje que solo le alcance a gritar: "No le estoy pidiendo perdón, viejo Pelón, lo que pasa es que no me puedo parar" a lo que él, con el micrófono en la mano me dijo: "Epa M'hijo, más respeto que soy su padre" a lo que ya sin aguantarme yo le solté: "Pues no lo parece Pelón desgraciado, yo adolorido y tú, muerto de la risa" así es amigos y amigas, ese día sin querer insulte a mi padre.
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