Ante una taza de café, a mis casi setenta años de edad, y recordando mi adolescencia y los ratos agradables que pase montado en el Capulín, muy pronto mi caballo se acostumbró a su nuevo nombre, a cada rato se lo decía yo de muchas maneras: "CAPULÍN" "CAPULÍN BONITO" y me dí cuenta que era muy payaso, si le decía "A CAPULÍN" comenzaba a bailar, o sea que daba de brinquitos, como si trotara en su lugar, pero al decirle yo: OHHH CAPULÍN" se detenía de inmediato, otras veces le decía yo: "SÍGUEME CAPULIN" le soltaba la rienda cuando lo paseaba detrás de mi y el cuaco me seguía docilmente (claro que en esto me ayudo mucho las zanahorias que yo le daba, le gustaban mucho) Permitanme platicar acerca de las mañanitas de abril.En mis años de joven se acostumbraba durante el mes de abril de cada año, salir a saludar al sol. La gente de mi pueblo salía a las seis de la mañana a caminar sobre el boulevard Miguel Alemán que va de Lerdo a Gómez Palacio y caminaban de seis a siete para regresar a desayunar y salir al trabajo. Entonces decidí también en salir a saludar al sol, pero lo hice montado en el Capulín. Me levantaba a las cinco y media, sacaba al cuaco de su caballeriza, le colocaba la montura y el freno y salía con rumbo al boulevard, pero no tomaba la carretera, sino que lo hacía por la brecha que dejo la vía del tranvía que iba de Torreón a Lerdo, en el tramo de mi ciudad a Gómez Palacio. Era una brecha que corría en diagonal al Boulevard, ya que iba de la salida de mi ciudad hasta llegar al parque Morelos de Gómez. Que delicia de cabalgada, lo fresco de la mañana, el aroma del campo, la salida del sol, fueron días que recuerdo gratamente. Bueno hasta el caballo se sentía feliz, porque al regreso lo cepillaba, le ponía su alfalfa achicalada y le llenaba de agua la pilita donde él bebía. El Capulín fue mi mejor compañero de aventuras de aquellos tiempo. Que lindos recuerdos.
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