martes, 23 de julio de 2013

EL DÍA QUE EL CAPULÍN REGRESÓ SOLO A CASA


 
Que lindos fueron esos días cuando fui charro, fueron tantas las aventuras que viví montado en el Capulín, que recordarlas, es casi volver a vivirlas. Como les dije, nosotros vivíamos en Ciudad Lerdo Durango. La primaria y la secundaria las hice en Gómez Palacio, también en Gómez se encontraba el lienzo charro donde íbamos a practicar todos los domingos y donde efectuábamos las charreadas de competencia sobre todo contra los charros de Torreón. En Torreón vivía mi novia, la Domitila a la que iba a ver todas las tardes y siempre iba montando al Capulín.
 
Bueno esta es la historia de una vez, cuando el Capulín regresó solo a casa, y digo solo, porque a pesar de ir yo montado en él, me dormí en el camino y nunca supe por donde se fue. Cuando me desperté, él quería abrir el portón de la casa.
 
Resulta que fue un doce de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, todos los charros de Gómez Palacio fuimos a llevarle las mañanitas a la Virgen a su templo que queda en contra esquina de la plaza, como la misa de gallo es a las doce de la noche y las mañanitas para nosotros eran al final de la misa, pues ahí estábamos todos los charros de la asociación vistiendo el traje de gala. Nuestros cuacos estaban afuera del templo amarrados a la reja del mismo.
 
Terminadas las mañanitas, cada charro se fue para su casa, yo tomé rumbo a Lerdo. Eran casi las dos de la mañana. Como no había prisa, lleve a mi penco al paso, pero saliendo de Gómez no me di cuenta como, pero me quede dormido, las riendas sueltas sobre las crines del Capulín y el continuó solo el camino sin quien lo dirigiera. Como les digo me quede dormido y no supe por donde se fue, si por el Boulevard Alemán o por la brecha del tranvía. Nunca supe por que calle entró a Lerdo ni en que esquinas dio vuelta.
 
Cuando me desperté, el le pegaba al portón con la el casco de la pata delantera y eso me despertó. Me baje del caballo, abrí el portón, lo metí a su machero, lo desensille, le di un poco de agua y me fui a dormir.
 
Al día siguiente le platiqué a mi papá lo que me pasó y me regañó, me dijo que no volvería a salir de noche para regresar tan tarde.
 
En fin fueron tantas las aventuras de mi cuaco, que me da mucho gusto recordarlas.