jueves, 24 de septiembre de 2015

POEMA PARA EL CAPULÍN



Cual caballos desbocados,
mis pensamientos,
en su alocada carrera,
van escribiendo,
erráticas emociones
y sentimientos.

Y yo cabalgo con ellos
o así lo creo,
ilusorias riendas de plata
en mis manos llevo,
creyéndome de su destino
su único dueño.

Y no soy más que un esclavo
que va siguiendo,
en estado de vigilia
como en los sueños,
a un indómito e inquieto
corcel negro.

Hoy me detuve a observarlo
por algún tiempo
solo fui un mudo testigo
de sus movimientos
y de a poco se han calmado
para mi desconcierto.

De la tropilla se ha separado
uno de ellos
y con sus cascos formado
en fugaz destello
interrogante tan vieja
como el universo.

Cuando las sombras me envuelvan
en terciopelo
y con la brisa se vaya
mi ultimo aliento,
¿Por donde andarán galopando
mis pensamientos?

jueves, 10 de septiembre de 2015

LA OBEDIENCIA DEL CAPULÍN

Yo siempre admire a los cuacos obedientes. Mi CAPULÍN siempre fue muy obediente, sobre todo en el Lienzo Charro.



Las tradiciones proféticas musulmanas afirman que Mahoma quiso mejorar el caballo árabe.

Mandó reunir a un centenar de yeguas y las metió en un corral, en donde no tenían nada de sombra en todo el día.

Estaban cerca de un arroyo que solía servir de abrevadero.

Durante dos días no se les dio de comer ni beber.

Cuando se les abrió el corral todas las yeguas salieron en tropel hacia el arroyo, impulsadas por la necesidad de calmar su sed.

Aquellas yeguas estaban acostumbradas a acudir al sonido de la trompeta, y antes de que llegaran, el Profeta ordenó sonar una.

 Todas las yeguas siguieron su carrera hacia el agua, excepto cinco.

Tan solo cinco, entre aquel centenar, se detuvieron y regresaron a sus amos. Mahoma las bendijo y le puso nombre a cada una.

Ellas iniciaron las cinco estirpes de las que descienden los mejores caballos árabes actuales, los considerados purasangres verdaderos.



miércoles, 9 de septiembre de 2015

BREVE HISTORIA DEL CABALLO

El Hyrocotherium habitualmente llamado eohippus vivió hace 55 millones de años. Desde esa criatura del tamaño de un perro hasta el caballo actual, los ancestros de nuestro mejor compañero viajaron de un continente a otro, evolucionaron e incluso llegaron a extinguirse en algún continente. La evolución del caballo está cargada de polémica y existen un sinfín de teorías distintas cuyos autores defienden a toda costa.

La evolución de las especies se basa en el estudio de los fósiles y, a pesar de que se han encontrado muchos restos de los antepasados del actual caballo, quedan muchos espacios evolutivos por rellenar.

Así, algunos científicos niegan que la teoría clásica que explica la evolución del caballo sea cierta.

El primer ancestro conocido del caballo es el Hyocotherium o eohippus. Este animal, de tamaño similar a un perro, vivió en el eoceno, hace 55 millones de años. Disponía de cuatro dedos en las extremidades anteriores y tres en las posteriores y se han encontrado restos fósiles en Estados Unidos y Europa.

En el oligoceno, hace 34 millones de años, apareció el Mesohippus, de mayor tamaño que el anterior. De los tres dedos que tenía en las extremidades anteriores, el central estaba muchos más desarrollado que los laterales.

El siguiente paso evolutivo lo encontramos en el mioceno, hace 17 millones de años. En ese periodo vivió el Merychippus en Norteamérica. Era un animal mucho más grande que el mesohippus, con una dentadura parecida a la de los caballos actuales y con los dedos laterales mucho más atrofiados que su antecesor. El dedo central terminaba en un casco.

Por último, tenemos el Pliohippus, que habitó nuestro planeta al final del mioceno, hace unos 12 millones de años. Es el primer mono dáctilo animal con un solo dedo de la historia de la evolución. El dedo y el casco de estos "caballos" se fueron adaptando a la velocidad para huir de los depredadores y tanto sus extremidades como su dentadura son muy similares a las de los caballos actuales.

En el pleistoceno, hace dos millones de años, apareció el caballo tal como lo conocemos hoy en día. Cabe destacar que hace unos 8000 años, el caballo se extinguió en América hasta que fue reintroducido de nuevo por los conquistadores españoles.

Durante milenios, el caballo no fue más que una pieza de caza para servir de alimento al hombre prehistórico. Su velocidad de galope no permitía abatirle fácilmente con los medios rudimentarios de entonces.

Pero más tarde la astucia y las emboscadas preparadas por el hombre permitieron hacerse de las manadas de caballos que caían bajo los certeros golpes de los cazadores. Después sobrevino un período de calma, porque el hombre nómada se volvió sedentario, pastor y agricultor, y el caballo, más libre, sufrió una transformación, y por razones inexplicables las manadas disminuyeron, aunque las condiciones de vida debían haber mejorado.

En la edad de bronce el hombre se percató de que el caballo podría convertirse en un elemento utilitario y no sólo como alimento. El caballo empezó a emplearse como elemento de trabajo. En la historia de la humanidad, el caballo se convirtió en pieza vital de una nueva era. Según todos los indicios, el caballo no tuvo su origen en Europa, sino que fue importado de alguna apartada región oriental para su utilización doméstica.

Todo apunta a que fue el autor ateniense Jenofonte, nacido en el año 440. A.C. en el seno de una familia aristocrática y alumno predilecto de Sócrates quien escribió la primera manifestación sobre el "arte ecuestre". No solo escribió acerca del caballo, sino que extendió su estudio al jinete, a la caballería y al mando de la misma en su acción colectiva.
El hombre utilizado la fuerza y la velocidad del caballo desde que lo domestico para cambiar su forma de vida. En lugar de echar raíces en un sitio pudo trasladarse con rapidez a sitios muy distantes, llevando consigo cuanto necesitaba. Los caballos se convirtieron en un bien tan apreciado que concedieron gran poder a sus propietarios.

Tribus de Árabes belicosos conquistaron Medio Oriente y el Norte de África y entraron a España. Mas tarde, en el siglo XIII, los mongoles partieron de Asia central, y gracias al caballo forjaron un gran imperio.

Corceles históricos y legendarios cobraron fama imperecedera Pegaso, el caballo alado de la Mitología griega broto del cuerpo de la monstruosa medusa cuando Perneo la decapito. En fecha posterior su relación con los 9 dioses llamados mausas: su fuente sagrada en el monte Elicán brotó a consecuencia de una coz de Pegaso.

Es importante hacer notar que la caballería era el cuerpo militar predominante en los ejércitos persas y griegos, e incluso entre las hordas bárbaras anteriores a nuestra era. Todavía se montaba a pelo, pero ya se jugaba al Polo en Persia. En esta época aparece el primer caballo famoso en la historia: "Bucéfalo" el caballo de Alejandro Magno, cazado y domado por él. A lomos de este caballo Alejandro Magno conquistó países colindantes con el mar Mediterráneo, el mar Negro y el Golfo Pérsico, llegando desde Grecia hasta la India. Siempre a caballo.

Más tarde, durante la dominación bizantina, Constantino consiguió poner en marcha un ejército de caballería de aproximadamente 150.000 hombres perfectamente montados, y fue entonces, cuando apareció la silla con estribos y el hierro de la herradura sustituyó a la defensa de cuero o hiposándalo.

Es la época de los mercaderes de caballos que vendían ejemplares procedentes de los países bárbaros del Norte de Oriente y, también de Arabia. Finalmente, llegó la invasión de los bárbaros de Atila.

Los hunos llegaron a Roma desde las orillas del mar Caspio, y los árabes llegarían a las puertas de Poitiers en el año 732. Sin embargo, mucho antes, y también atravesando la península Ibérica hasta llegar a Francia los cartagineses de Asdrúbal pasaron por España, camino de Italia, con veinte mil caballos Libios, la raza más estimada en aquellos tiempos en que el material equino era de una utilidad indiscutible y se le exigían características determinadas y especiales.

A la muerte de Asdrúbal, su cuñado Aníbal sacó de España con objeto de vencer a los romanos, doce mil caballos con hombres y pertrechos. Esta caballería se acreditó en sus marchas a través de los Pirineos y los Alpes, y esta vez los ejemplares eran peninsulares. Gracias a ella Aníbal se apuntó las resonantes victorias en Tessino, Trebia, Cannas y Trasimeno. La dominación cartaginesa hizo mucho en favor de la calidad del caballo netamente español al introducir la sangre de los excelentes corceles libaneses y berberiscos.

Pasamos a la Edad Media. La caballería Española, que estaba considerada como "Escuela de Caballeros" los hijos de los grandes señores o caballeros de alcurnia pasaban su infancia y adolescencia sometidos a una estrecha vigilancia y una constante preparación. Primero bajo la tutela materna y luego bajo la de un preceptor, y cuando apenas tenían diez años eran enviados a los castillos de otros señores a los que servían directamente y de ellos aprendían el arte de ser caballeros. Empezaban por llevar las armas y los escudos, y de ahí el nombre de "escuderos" que se les daba. En los castillos recibían además instrucción literaria y musical, y aprendían idiomas. Se forjaban pues, hombres y caballeros aptos para la guerra y también para la vida palaciega y social de la época.

Cuando Urbano II fué nombrado Papa de la cristiandad, se convocó el Concilio de Clermont.

El Papa tenía la idea de unir a toda la cristiandad y para ello utilizó recursos tales como hacer predicar a Pedro el Ermitaño, recién llegado de la Tierra Santa ocupada por los Turcos. Al grito de "¡Dios lo quiere!" Francia dio el primer paso en la unificación de los pueblos cristianos al movilizar un ejército conjunto a base de caballería, que debía rescatar del turco las tierras palestinas.

Las Cruzadas duraron tres siglos, con suerte diversa, pero movilizaron a la caballería de todos los países europeos, y muy especialmente a las de occidente. Ello obligó a la repoblación equina y para ello se procuró por todos los medios traer sementales de oriente, lo que sirvió para mejorar sin cesar las especies particularmente en Francia, en Italia y en Alemania, porque aunque los  caballeros de la época necesitaban para la guerra caballos pesados y potentes, también gustaban de utilizar caballos elegantes ligeros y rápidos para la caza, los torneos, las justas y los juegos, así como para el tiro de vehículos de viaje.

Entre batalla y batalla, o en épocas de paz se generalizó el empleo del corcel en torneos y juegos a caballos, como una preparación para el tiempo de guerra. Con el tiempo, estos entrenamientos para la guerra habrían de convertirse en el deporte hípico.

Y uno de los deportes hípicos que crecieron en México fue “LA CHARRERÍA” y mi CAPULÍN fue un buen caballo charro, bueno para la cala, para la coleada, para el paso de la muerte.




viernes, 4 de septiembre de 2015

CABALGANDO SOBRE EL CAPULÍN

Cabalgando sobre el CAPULÍN aprendí muchas cosas…



Todos tenemos sueños y metas que alcanzar, interior como exteriormente. Éstas pueden significar grandes desafíos o pequeñas batallas que nos presenta la vida en el quehacer cotidiano.

Tener ese éxito que tanto has soñado, poder aprovechar tus talentos para ganarte la vida y poder ofrecerlos al mundo, actuar con calma y serenidad donde ahora pierdes el control, quitarte esos kilos que crees que te sobran, levantarte 30 minutos antes para poder meditar y desayunar con tranquilidad, hacer deporte, dejar de fumar, etc…

Todos ellos, grandes retos o pequeños, están al alcance de tus manos, pero necesitas saber usar una de las herramientas más importantes: la disciplina.

La mente es como un caballo salvaje que salta y se resiste a ser domado. Todo lo que necesita es un buen jinete que sepa usar sus riendas, y el caballo se convertirá en un animal imparable e incansable al servicio de su compañero.



Las riendas de tu mente son la disciplina, la fuerza de voluntad y el autodominio.