sábado, 30 de julio de 2016

ALGUNOS DICHOS DE DON SALVADOR ÁLVAREZ



- A mí ningún buey me brama, y menos en mi ranchito.

- Al hombre jugador, y al caballo corredor, poco les dura el honor.

- Al gallo sin espolón, ni la gallina lo quiere.

- Barbiquejo en la nuca, pañuelito en el cuello, pantalón con rayita y anillo en el puro, pendejo seguro.

- Caballo, pistola y mujer, sólo el dueño ha de saber.

- Como caballo de circo: hasta la changa me monta

- El andar a caballo a unos hace caballeros, a otros caballerangos.

- El caballo y la guitarra, según quien los agarra.

- El que presta la mujer pa' bailar o el caballo pa' torear, no tiene derecho a reclamar.

- El que quiera ser buen charro, poco plato y menos jarro.

- Al que se deja, lo ensillan; al que lo ensillan, lo montan.

- Líbreme Dios de caballo mañoso, que yo me libraré del brioso.

- Sólo Dios es caporal, los demás son puros peones.

- Le gusta el trote del macho, aunque la zangoloteye.

- Gallo, caballo y mujer, por la raza has de escoger.

- Que Dios me libre de un rayo, de un burro en el mes de mayo y de un pendejo a caballo.

miércoles, 27 de julio de 2016

EL TRAJE DE CHARRO



Honrar al traje de charro, es un orgullo total,
pues representa a la patria, no anuncia ropa casual.

El traje de charro es, como emblema nacional,
no es un traje de botarga, ni disfraz de carnaval.

El traje de charro cumple, un estricto reglamento,
pues guarda una tradición, no es capricho del momento.

Cuatro clasificaciones, el reglamento contempla,
de gala, de media gala, de faena si es de brega,
y en ocasión especial, traje negro de etiqueta.

El traje negro es social, no debe usarse a caballo,
sólo en un caso especial, si es evento de un buen charro.

El sombrero solo en fieltro, galón francés o bordados,
el cinturón y el  botín, de charol, de ante o de raso,
y no les pueden faltar, chapetones de ambos lados.

En forma de mariposa, debe estar bien hecho el moño.
Pañuelo en la bolsa al frente, con ceñidor al costado,
haciendo juego los tres, y  el color debe ser blanco.

Cuando el charro va a lazar o a jinetear a la greña,
pantalón para la brega, con camisa pachuqueña.

El cuello en la pachuqueña, lleva puestos dos tarugos,
que no se ofenda ninguno, son dos botones seguros.

El pantalón puede ser liso,  con aletón o grequeado,
y si el bolsillo lo da, aunque quede desfalcado,
en  casimir popotillo, con gamuza de venado,
con greca según el gusto, hermoso el cachiruleado.

Nunca al charro han de faltar, botín, corbata y sombrero,
rebozo en moño tradicional o también vale el moderno.

El cinturón tiene estilos, como el firmamento estrellas,
anchos y de corte charro y bien piteadas sus huellas.

El sombrero en la faena, tiene variadas funciones,
es protección ante todo, esto en muchas ocasiones.

Pueden ser de pelo o palma, el criterio es más parejo,
con resistentes presillas, que asegure el  barbiquejo.

Chaquetilla de gamuza, ha de sumarse a la cuenta,
puede proteger a un charro, si es que la reata revienta.

Esta prenda viste bien, con elegancia y esmero,
puede ser lisa o con grecas, o con adornos de cuero.

El traje cuando es de gala, es exigente y costoso,
no es para el charro que en gastos, le gusta ser cuidadoso.

Lo mismo hay gala en charreada, que en un desfile pomposo.
El traje de media gala, es para el charro empeñoso,
que viste correctamente, pero que es más cuidadoso,
con tres mancuernas tan sólo, hace al traje muy vistoso.

O con greca de tres golpes, ¡qué arte tan primoroso!

Reza el dicho popular, no es igual bacín que jarro,
y aunque el mariachi es genial, el traje pertenece al charro.

Si los charros no cuidamos con gran pasión y con celo,
la imagen del traje charro, pronto caerá por el suelo.

Que evolucione es normal, lo que no se adapta muere,
hay que cuidar lo esencial, si una mejora requiere.

Honra siempre al traje charro, desde el botín al sombrero,
igual si vas de faena o de gala en plata y cuero.

La mujer por don divino, cuida imagen y presencia.

Lo mismo en la escaramuza, que en coronación de reina.
Si a la escaramuza va, cuida el mínimo detalle,
revisa todo su ajuar, que nada le falte o falle.

Si en la escaramuza actúa, lo más propio es de adelita,
también el traje de charra, la hace verse muy bonita.

Si el evento es por la tarde, de noche o por las mañanas,
las damas charras se visten, de bellas chinas poblanas.

Para evento de postín, traje negro de etiqueta,
con oro y plata bordados, botonadura completa.

Esta exigencia al vestir, no solo es por la apariencia,
es proteger un legado, que nos viene por herencia.

El valor de la mujer hoy como siempre es vital,
pues si hay una madre charra, habrá un niño echando un pial.

En un mundo tan global y de influencias culturales,
el charro es el que preserva, los valores nacionales.


jueves, 21 de julio de 2016

LOS REFRANES DE DON SIXTO BARRERA



Por oír misa y dar cebada, no se pierde la jornada. 

Gallo, caballo y mujer, por su raza has de escoger. 

Al que anda en caballo bayo, o le roban la mujer o acaso lo parte un rayo. 

Moro, ni de oro. 

En cuaco moro, ni pases agua, ni esperes toro. 

Moro, si sale bueno vale un tesoro. 

A dos garrochas no hay toro valiente. 

Caballo al caballero; para el mulato, mula y para el indio, el burro. 

Ten en tu casa perritos, y te casaran conejos; pero para andar a gusto, ensilla caballos viejos. 

Se ensilla como en Castilla; primero poniendo el freno y hasta después la silla. 

No compres caballo, enfermo creyendo que ha de sanar; que los sanos han de enfermar. 

Charro sin sarape, ni espuelas, ni cuarta, mal rayo lo parta. 

El caballo y la mujer, al ojo se han de tener. 

Para colear, arción corta; para el pueblo, arción mediana; y para el camino, larga. 

Espuelas de las mejores para el caballo mejor, pero en mejores tacones. 

Casa y potro, que lo haga otro. 

El agua con todo y brida; la cebada con silla. 

Andando en el campo llano, como quiera el cristiano; pero subiendo la cuesta, como quiera la bestia. 

Y al que no le cuadre el fuste, que lo tire y monte en pelo. 

Mula que dice no paso y mujer que dice me caso, la mula no pasa, y la mujer se casa 

Para lazar y no mancar, ni una ni más de dos amarrar. 

Cuando el arriero es malo, le echa la culpa al macho. 

En las subidas no me toquéis; ni el las bajadas me galopéis; cuando en el llano, lo que gustéis; pero en la cuadra, no me olvidéis.

Para el hambre la cemita; para las tunas el gancho; para la mexicanita un hombre de sombrero ancho.

Cuando el tiempo nos ayuda, los secos troncos retoñan. 

El carbón que ha sido lumbre, con facilidad se enciende. 

Quien tenga hacienda y que no la atienda, no tiene hacienda aunque así lo crea. 

Gallo fino y pendenciero, canta hasta en el basurero. 

Alazán del alma mía, en ti sueño noche y día. 

El que presta la mujer para bailar, la pistola para disparar, y el caballo para colear, no tiene que reclamar. 

El que quiera ser buen charro, poco plato y menos jarro. 

Sin espuelas ni freno, no hay caballo bueno.  

lunes, 18 de julio de 2016

SER CHARRO ES SER MEXICANO



Ser charro es ser mexicano y la charrería, como todo lo mexicano, es mestiza y forma parte de la vida campestre del país. Heredero directo del aldeano de Salamanca, e indirecto de los jinetes árabes y moros, nuestro charro tomó su indumentaria transformándola, con el paso de los siglos, en el traje que lucimos orgullosamente y que tanta curiosidad y admiración despierta en el mundo entero.

"El ser charro y el estar en una charreada es ir a otro tiempo y a otro lugar, la charrería no es cuestión de dinero o premios, es cuestión de orgullo, honor y costumbres. El vestirse de charro es cubrirse un instante de siglos de tradición, es un rito en el cual se involucra no solo la persona que usa el atuendo, sino todos los artesanos que se involucran en el proceso: sastres, bordadores, talabarteros, sombrereros..." 

Durante las primeras épocas de la Colonia, el uso de caballos estaba prohibido para los indígenas y los criollos, sin embargo la expansión de la ganadería provocó que tal prohibición se levantara puesto que eran, precisamente, los naturales de la región quienes estaban encargados de las labores del campo y el cuidado de los animales.

Al observar las imágenes de una charreada cabe, inevitablemente, la referencia al Rodeo "americano". Y algo de razón hay en ello, puesto que el rodeo desciende de la fiesta Charra, porque ésta es más antigua pero también porque los Rodeos nacieron con la influencia mexicana, al momento de la apropiación de nuestro territorio, por los vecinos del norte. Es decir, el rodeo es un hijo de la Fiesta Charra.

"El antecedente más remoto de la fiesta charra es brindado por el virrey Luis de Velasco I, en 1560: Fiestas de ochenta a caballo, con jalces y bozales de plata, encerraba setenta y ochenta toros bravísimos y gustaba pasear los sábados por Chapultepec donde tenía toros en un toril muy lindo y los acompañaban cien de a caballo".

La figura del Charro y/o del Chinaco, ha estado presente en cada una de las batallas que conforman nuestra historia, especialmente durante la Revolución: una vez terminadas las Haciendas como unidades económicas, muchos hombres de campo se tuvieron que trasladar a las ciudades pero, añorando sus antiguas costumbres, se organizaron para buscar lugares donde seguir practicando las llamadas "suertes charras". Así que en 1919, en Guadalajara se forma la primera organización formal, llamada "Los Charros de Jalisco" y, posteriormente, se fundan muchas organizaciones que construyeron y acondicionaron los llamados Lienzos Charros. Don Pascual Ortiz Rubio, durante su presidencia 1930, instaura el 14 de septiembre como el Día del Charro y, al traje, como símbolo de nacionalidad. Por su parte, el General Abelardo Rodríguez, también presidente de México, declara a la Charrería como el único Deporte Nacional