jueves, 10 de septiembre de 2015

LA OBEDIENCIA DEL CAPULÍN

Yo siempre admire a los cuacos obedientes. Mi CAPULÍN siempre fue muy obediente, sobre todo en el Lienzo Charro.



Las tradiciones proféticas musulmanas afirman que Mahoma quiso mejorar el caballo árabe.

Mandó reunir a un centenar de yeguas y las metió en un corral, en donde no tenían nada de sombra en todo el día.

Estaban cerca de un arroyo que solía servir de abrevadero.

Durante dos días no se les dio de comer ni beber.

Cuando se les abrió el corral todas las yeguas salieron en tropel hacia el arroyo, impulsadas por la necesidad de calmar su sed.

Aquellas yeguas estaban acostumbradas a acudir al sonido de la trompeta, y antes de que llegaran, el Profeta ordenó sonar una.

 Todas las yeguas siguieron su carrera hacia el agua, excepto cinco.

Tan solo cinco, entre aquel centenar, se detuvieron y regresaron a sus amos. Mahoma las bendijo y le puso nombre a cada una.

Ellas iniciaron las cinco estirpes de las que descienden los mejores caballos árabes actuales, los considerados purasangres verdaderos.



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