miércoles, 27 de enero de 2016

EL ORIGEN DE LA PALABRA CHARRO



Originalmente, con la palabra charro se identifica al oriundo de Salamanca Castilla y León, en España, de ahí pasó a México, donde se ha hecho sinónimo de jinete.
Relacionada con ellos y a la vez derivada de los adornos militares de gala conocidos como charreteras, la vestimenta típica de los hombres de Salamanca es el traje de Charro.
En cuanto al significado etimológico de “rústico” que se le da a la palabra "charro", quizás provenga del vascuence "Txar" palabra que significa campesino y a que en el vasco actual se usa también para denominar a alguien “malo, dispuesto a actuar mal”.
En algunos países de habla hispana llaman, equivocadamente, "charro" también al mariachi. En realidad, este último es el músico más representativo de México mientras que el charro es el jinete tradicional.
Hoy en día, el charro es un icono de la mexicanidad y practica la charrería que está considerada como el deporte nacional en México, aunque el fútbol y otras actividades sean mucho más populares que ésta.
Con los conquistadores españoles los caballos fueron reintroducidos al continente americano después de miles de años desde su extinción. Estos animales, las armas de fuego y las enfermedades del Viejo Mundo permitieron una conquista relativamente rápida.
En el Virreinato de la Nueva España a los indígenas les estaba prohibido montar o poseer caballos con excepción de los tlaxcaltecas nobles.
Para las labores de ganadería, sin embargo, era necesario emplear vaqueros preferentemente mestizos y en pocos casos indígenas; entre las condiciones para otorgarles permisos para montar estaban el ser empleados en una hacienda, utilizar sillas distintas a las militares y vestir con cuero o gamuza por lo que a estos vaqueros se les llamaba "cuerudos".
Con el tiempo, tanto los hacendados como sus empleados conformaron, primero en el Altiplano Mexicano y después en casi todo el país, un estilo hípico nuevo adaptado a las características de un territorio que alterna valles con sierras, barrancos y cañadas.
El marqués de Guadalupe Carlos Rincón Gallardo es considerado el padre de la charrería y es antepasado de muchos charros notables y jugadores de polo.
Se dice que la charrería organizada se originó en los estados de Jalisco, México y sobre todo Hidalgo.
La silla de montar mexicana, no obstante el hecho de que es relativamente pesada comparada con otras, es muy cómoda tanto para el caballo como para el jinete y básicamente se conforma por un "fuste" o esqueleto de madera, cuerajes y estribos entre otros accesorios.
En lo que se refiere a los arreos y avíos el charro (o vaquero) mexicano, estos fueron imitados por el cowboy estadounidense, luego de la colonización del territorio mexicano perdido a manos de los norteamericanos. De hecho la silla de montar tejana está basada en la mexicana.
Durante la Revolución Mexicana el caballo criollo mexicano prácticamente desapareció, debido a su excesivo uso durante el combate. Así que los caballos más utilizados para la charrería son el Cuarto de Milla, de origen norteamericano y el Caballo Azteca que es una raza reciente.
No hay que confundir al charro con el campesino mexicano humilde o peón de hacienda, si bien ambos usaron sombrero ancho durante mucho tiempo. El charro, al ser terrateniente o empleado de confianza de éste dueño de la tierra, tenía generalmente un estatus social "superior" al de los otros campesinos.
Con excepciones notables, como la del mismísimo caudillo revolucionario Emiliano Zapata o Benjamín Argumedo, el charro, a pesar del posible origen etimológico negativo de la palabra, es en muchos casos conservador y con frecuencia reaccionario.
Por eso, en el sindicalismo mexicano se le llama "líder charro" a aquel que representa los intereses del patrón y no de los agremiados. Una curiosa paradoja es el caso del Jorge Negrete quien en el cine representaba al charro, pero como sindicalista fue notable por su honestidad y por las conquistas laborales que logró en su tiempo.
Los vaqueros arrendadores, pastores y arrieros no eran considerados necesariamente charros, pero aspiraban a serlo. De manera bastante similar al feudalismo medieval, en las haciendas mexicanas, los charros tenían un prestigio caballeresco.

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