domingo, 21 de agosto de 2016

DICHOS Y REFRANES DE CABALLOS



A caballo de buena sangre, no le importa el terreno. Refrán ranchero que significa lo que enuncia. Tiene el mismo sentido paremiológico que refranes como “el que es gallo dondequiera canta”. Se usa para sancionar situaciones en que alguien pone muchas condiciones para hacer algo. Tiene la forma de una sentencia casuística. Su origen hay que buscarlo en el mundo de la equitación.

A caballo palpado, nunca lo montes confiado. Refrán que dice lo que enuncia. Se aplica a quien, por la circunstancia que sea, ha quedado receloso. Tiene la forma de un consejo. Forma parte de los refranes usuales en los universos mexicanos de la charrería o el rancho. La primera de las dos partes de que consta indica las circunstancias, la segunda el consejo. Hay rima consonante entre el primero y segundo hemistiquios. Variante: “al caballo palpado, nunca lo montes confiado”

A caballo que rabea, ningún charro lo desea. Refrán proveniente del mundo de la charrería que significa lo que enuncia. En sentido paremiológico se usa para sancionar situaciones de individuos muy quisquillosos. “Rabear” es una forma ranchera del verbo “rabiar”. El refrán tiene la forma de una sentencia casuística en dos hemistiquios octosílabos con rima consonante. Variante: “caballo que ha dado en rabear, nadie lo quiere montar” 

A gran caballo, grandes espuelas. Refrán que se atiene al tópico homeopático de que similia cum similibus coniunguntur. Como la causa tiene que estar proporcionada al efecto, así el instrumento tiene que estar proporcionado a su función. Este tópico subyace no sólo al presente refrán sino a refranes como “a grandes males, grandes remedios”.

A quien monta caballo bayo, o se le juye la mujer o lo mata un rayo. Dicho cuyo sentido literal coincide con lo enunciado. Expresa la convicción arbitraria y contradictoria en el Refranero mexicano de que es muy mala cosa montar un caballo de color bayo. El refrán anuncia irracionalmente una serie de calamidades a quien monta un caballo bayo. Forma parte, en efecto, de las supersticiones que circulan y que están muy arraigadas en el mundo de la charrería. Como circulan las contrarias en el mismo refranero que asientan, por ejemplo, que el bayo es un buen caballo o que abundan los caballos de color bayo, como en la variante: “caballo bayo, doquiera lo hallo” La forma “juye” forma parte de la pronunciación vigente en el español culto del siglo XVI que se conservó, sobre todo, en el habla ranchera mexicana. Hay rima consonante entre la prótasis y la apódosis. Variantes: “a quien monta caballo bayo, se le juye la mujer o lo mata un rayo”; “al que monta caballo bayo, que lo engañe su mujer o que lo parta un rayo” “al que anda en caballo bayo, o le roban la mujer o acaso lo parte un rayo”

A quien tiene caballo le ofrecen silla. Refrán de origen ranchero que expresa el aparente contrasentido social de que a quien tiene se le da más y a quien no tiene, no. El sentido paremiológico del refrán, según Rubio, es que “al que tiene qué dar, se encuentra en estado de merecer”. Consiste, en todo caso, en una adaptación ranchera del dicho evangélico de que “a quien tiene se le dará, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, aún aquello que tiene se le quitará” El refrán combate el tópico general de que es a quien no tiene a quien hay que dar. Se usa en situaciones en que se da u ofrece algo a quien ya tiene. Está estructurado en forma de una sentencia en dos hemistiquios –heptasílabo y pentasílabo– sin rima entre sí. Como en todos los refranes de este tipo, el primer miembro, o prótasis, explicita las situaciones sancionadas por el segundo, o apódosis. Rubio lo recoge en esta variante: “al que le ven caballo, le ofrecen silla”. Y Luis M. Rivera en su refranero Origen y significación de algunas frases, locuciones, refranes... lo recoge en la siguiente manera: “al que le ven caballo le dan caballo; y al que no, de caballazos” El mismo Rubio lo recoge en esta forma: “al que tiene caballo, todos le dan caballo” Finalmente, “al que tiene caballo, todos le dan caballo”.

Al caballo, con la rienda, a la mujer, con la espuela. Refrán que expresa el trato que, a juicio de cierta clase social, ha de darse a la mujer. Se toma como ejemplo base para argumentar el trato que se ha de dar a la mujer, el trato al caballo. De los dos símbolos de dominio –la rienda y las espuelas– que se asumen análogos, la espuela es más ruda, cruel y dolorosa: el refrán expresa, por tanto, una idea de la relación hombre-mujer posiblemente ranchera y, en todo caso, ofensiva. Está estructurado a la manera de los refranes mal-remedio. Variante: “al caballo, con la rienda, y a la mujer, con la espuela”

Al caballo y al amigo, no hay que cansarlos. Refrán que dice lo que enuncia. Se usa en situaciones de impertinencia para con algún amigo a fin de indicar que no hay que abusar de quienes nos son cercanos por amistad. El refrán tiene la forma de un consejo del tipo “no hay que” cuyos extremos “caballo” y “cansar” se corresponden y constituyen una estructura argumentativa que sustenta el postulado central del consejo: no hay que cansar al amigo. El argumento del refrán, por tanto, dice que no hay que cansar al amigo de la misma manera que no hay que cansar al caballo. La razón es que un caballo cansado no sirve.

Arriba ya del caballo, hay que aguantar los reparos. Refrán que expresa que la realidad es como es y, cuando ya se la vive, sólo queda afrontarla. La vida es asumida por el refrán como un montar a caballo: una vez arriba de él sólo queda tenerse firme. Se aplica cuando alguien está en problemas para decirle que se aguante. Tiene la forma de una sentencia casuística en dos hemistiquios octosílabos con rima asonante. El primero de ellos, como la mayor parte de los refranes tradicionales ya de “que”, ya condicionales –si, cuando, de que, en cuasi ablativo absoluto–, ya circunstanciales, describe el caso; el segundo miembro, en cambio, determina la sanción. Los refranes que utilizan el montar a caballo como paradigma de la vida humana suelen ser de origen y uso rancheros. Variante: “arriba ya en el caballo, hay que aguantar los reparos”

Caballo alazán tostado, primero muerto que cansado. Dicho que expresa una opinión sobre los caballos de ese color. Aquí se dice del alazán tostado que es un excelente caballo. En realidad, como se puede ver por otros dichos sobre colores de caballos, se trata de opiniones arbitrarias y expresan la opinión personal sobre ellos. Otros dichos de esta serie dicen, por ejemplo, “alazán, si te lo dan; tostado, ni dado” o bien “alazán tostado, siempre colgado”. En suma, que el alazán tostado es un mal caballo. Apenas si cabe en él un sentido paremiológico y se usa, por tanto, sólo en sentido denotativo. Tiene la forma de una sentencia casuística.

No hay comentarios:

Publicar un comentario