martes, 7 de junio de 2016

CANTANDO SOBRE UN TORDILLO



Un sábado en la mañana, mi padre me dijo: “Vamos a Bucareli, a visitar a la tía Ángela” Cuando llegamos, mi tío Javier estaba bajando un caballo blanco de su pick up. Entonces me dijo: “Órale sobrino, ¿No quieres montar este tordillo?” Yo le dije: “Claro tío, nada más ensíllalo bien” Me monté en el cuaco y salí del coral y me dirigí al algodonal, y mientras el cuaco tordillo trotaba entre las matas de algodón, a mi me dio por cantar…

“Este es el corrido del caballo blanco, que en un día domingo feliz arrancara, iba con la mira de llegar al norte, habiendo salido de Guadalajara, 

Su noble jinete, le quito la rienda, le quito la silla y se fue a puro pelo, cruzo como rayo, tierras Nayaritas, entre cerros verdes, y lo azul del cielo, 

A paso mas lento, llego hasta Escuinapa, y por Culiacán, ya se andaba quedando, cuentan que en los Mochis, ya se iba cayendo, que llevaba todo el hocico sangrando 

Pero lo miraron pasar por Sonora, y el valle del Yaqui le dio su ternura, dicen que cojeaba, de la pata izquierda, y a pesar de todo, siguió su aventura, 

Llego hasta Hermosillo, siguió p’a Caborca, y por Mexicali sintió que moría, subió paso a paso, por la Rumorosa, llegando a Tijuana, con la luz del día, 

Cumplida su hazaña, se fue a Rosarito, y no quiso echarse hasta ver Ensenada, y este fue el corrido del Caballo Blanco, que salió un domingo de Guadalajara”

Pero no sentí tanta alegría como la que siento montando al CAPULÍN y le canto: “CABALLO PRIETO AZABACHE”

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