jueves, 22 de septiembre de 2011

¿COMO LLEGÓ EL CAPULÍN A MI CASA?



Bueno, empecé a ir todos los dosmingos al terreno donde los Charros de la Laguna hacían sus prácticas, cuando llegaba la hora del jineteo de toros lleguas y novillos, los charros los empezaban a jinetear. Habían construído unos cajones en la orilla más corta del rectángulo y de esos cajones salían los charros jineteando a las bestias. Al final del día se invitaba a los asistentes, para ver si había algún aventado que quisiera jinetear. Se iba a calificar al mejor jinete y el que saliera campeón iba a recibir un moño y un beso por parte de la reina de los Charros. Ella se llamaba Domitila Yañez. Al ver lo lindo de la escuincla, yo me apunté como jinete. Y que me gano el moño y el besito por parte de la Domi. Llegué feliz a mi casa, le platiqué a mi papá mi aventura y el premio, eso lo hizo interesarse por la afición que estaba naciendo en mi. A los dos días nos visitó un tío mío, Antonio Lavín Saenz, primo hermano de mi papá que vivía en un rancho llamado Bucareli, este rancho se encuentra a seis kilómetros por la carretera que va de Gómez Palacio hacia Bermejillo. En ese rancho, la mamá de mi tío, la tía Angelita tenía muchas vacas, toros y caballos. Mi padre le platicó a mi tío lo de mi afición por la charrería y por los premios que se ganan en las charreadas. Mi tío dijo:


-Y panchío ¿ya tiene caballo?- a lo que mi padre le contestó que no. Entonces mi tío le dijo:


-Un charro sin caballo, es un charro de banqueta, yo tengo en Bucareli un prieto azabache que nadie lo monta, yo lo monté por mucho tiempo, es un caballo muy charro, muy payaso, sabe colear, muy bueno para la cala de caballo, es muy dócil y será un gran compañero para mi sobrincalo, se me afigura que se lo voy a regalar. A ver Panchío, ¿estás dispuesto de cuidar, darle de comer, ponerle su agua, cepillarlo, y mantenerlo en condiciones de que sea la envidia de todos los charros?


A lo que yo le contesté todo alborotado: Si tío, lo haré de mil amores, pero ¿donde lo voy a colocar aquí en la huerta? a lo que mi padre dijo:


-Bueno mí'hijo, yo le haré su caballeriza junto a la ventana de tu recámara para que estés al pendiente de él-


En tres días estuvo la caballeriza lista, un carpintero de mi papá bueno para los clavos y el martillo la construyó, amplia, cómoda con techo de cartón corrugado. El sábado muy temprano fuímos a Bucareli, mi tío Toño no estaba lo había mandado la tía Ángela a entregar la leche en la pasteurizadora. Mi papá le explicó a mi tía la causa de nuestra visita, por lo que la tía dijo:


-A que Toñito, hasta que por fin se va a deshacer de ese caballo, ya nadie lo monta, se esta volviendo un bruto, y si se lo llevan ya no gastaré más en su mantenimiento- Un rato después llego mi tío, mientras tanto yo me fui a los corrales para conocer al prieto azabache. Que bonito cuaco, ya me veía yo, llevando a pasear a la Domi por la orilla del rio Nazas.


Después de platicar un rato, mi tío subió al caballo a su camioneta Pick Up, y salimos hacia Lerdo, mi corazón latía con mucha fuerza. Yo, ya no sería un charrito de banqueta. Llegamos a la huerta, bajamos al caballo, lo metí a la casa y lo dirijí a su caballeriza, en el piso de esta estaba lleno de paja, la pilita de agua que construyo mi papá estaba llena, y el comedero lleno de alfalfa achicalada. Mi tío me dijo:


-Vas a tener que ponerle un nombre, al penco le gustan mucho las zanahorias, dale dos al día, no más, porque te va a salir muy caro-


Y así, de esta llegó el capulín a mi casa.

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