miércoles, 28 de septiembre de 2011

QUE BONITO ERA EL CAPULÍN



Había veces que me invitaban a algún rancho cercano a Lerdo, ensillaba a mi cuaco y me iba en él a dicho rancho. Muchas veces encontré que en algunos ranchos tenían pequeños potreros cercados. Entonces desensillaba al penco y lo dejaba libre, que corriera un rato el sólo dentro del potrero, sin que tuviera una rienda que lo dirigiera, ninguna atadura que lo atosigara. Esa libertad que aveces sentí lo volvía loquito, caminaba para allá y para acá, luego trotaba y finalmente daba pequeños galopes de un cerco al otro. De veras amigos, solo aquellos afortunados en convivir con un penco así saben lo que es la amistad de un animal. Como les dije, cuando quería que el caballo caminara a buen paso, le soltaba un poco la rienda y le decía: "Ohh Capulín" pero si quería que el potro bailara, le tallaba con el botín bajo la corva derecha y le decía: "Ahh Bonito" y de inmediato empezaba su función. Esto era muy bonito, porque cuando una huerca me pedía que la paseara, despues de un rato de ir al paso, venía un tallón de botín, un "Ahh Bonito" y de inmediato la chica me decía: "Agárrame que tu caballo me va a tirar" y yo como todo buen caballero la detenía por la cintura para que se sintiera segura. Deveras que el Capulín era muy bonito.

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